Reacciones rápidas al borrador cero del Global Digital Compact
[Here in English]. El borrador cero del Global Digital Compact (GDC) fue publicado hace algunos días. Respecto a su posición sobre la digitalización y sus impactos medioambientales, en el Instituto Latinoamericano de Terraformación creemos importante recalcar lo siguiente:
- Se debe celebrar que el GDC anime a sus organismos técnicos a estandarizar datos respecto a sostenibilidad. Como instituto, en diferentes contribuciones a organismos de las Naciones Unidas, habíamos propuesto esta urgente necesidad.
- De forma general, nos preocupa la falta de diversidad en la participación del sur global, como muestra este análisis (que incluso no ahonda en si hay algún dominio particular de economías del sur global en esos inputs). Esta visión dominante del norte global no solo hace que sus propios intereses políticos y económicos dominen el borrador, sino también su aproximación teórica y práctica a desafíos tan claves como la crisis climática y ecológica que el planeta vive. En este sentido, el mismo borrador falla en el primer principio que pregona: la inclusión. En estos tiempos de múltiples crisis, las Naciones Unidas debe preguntarse en sus procesos qué significa concretamente “promover y hacer posible la diversidad”, creer firmemente en que ésta es la llave para comprender la complejidad de los desafíos, fijar metas ambiciosas en participación y pregonar con el ejemplo.
- Creemos que lo anterior puede ser una de las causas del porqué resulta decepcionante su principio sobre “Sostenibilidad ambiental”. En primer lugar, porque comienza con un discurso tecnocentrista ya criticado en los foros sobre la crisis climática que este mismo organismo organiza: la idea que la tecnología (esta vez, digital) puede resolver los retos medioambientales, climáticos y de sostenibilidad. Aquella idea es, por decir lo menos, discutible si se revisa la evidencia científica. Este discurso vacío de tecnooptimismo -azuzado por los intereses económicos por sobre la evidencia directa e indirecta, las políticas públicas y los derechos de las comunidades- es más probable que termine alimentando que mitigando las crisis ecológica y ambiental.
- De igual manera, es peligroso que los efectos socioambientales -escritos con peligrosa generalidad en este borrador cero- estén después del discurso tecnooptimista, porque subyuga en importancia la evidencia real de cómo la digitalización -sin adecuado control- no solo tiene enormes y crecientes efectos socioambientales, sino que incluso puede poner en peligro los objetivos del planeta respecto a mitigar la crisis climática y ecológica. Este último es el enorme, difícil y único objetivo que, a nuestro juicio, debería tener el GDC.
- La peligrosa vaguedad de la que hablamos está, sobre todo, el la idea de que la tecnología “consume materiales”. En este punto la especificidad no solo ayuda a levantar objetivos concretos para el GDC, sino que puede fortalecer la importancia de la Agenda 2030: el “consumo de materiales” se trata más bien de cosas específicas como el agua dulce, la minería intensiva de metales y minerales y el uso intensivo de energías, que pone en peligro tanto el consumo de agua humano como para otras actividades en muchas comunidades, que contamina territorios y afecta y desplaza a humanos y no humanos, así como utiliza energía creciente que, si es de combustible fósil, emite más huella de carbono, pero si incluso es “verde”, conlleva una serie de efectos socioambientales que afectan, en especial, a poblaciones ya en vulnerabilidad por los efectos de la crisis climática. La poca especificidad de qué significa la sostenibilidad ambiental, lo sabemos, favorece a políticas tóxicas como el greenwashing.
Por lo demás, el borrador sigue hablando de tecnologías -como si emergieran solas- y no de los actores económicos diferenciados que los desarrollan, y cómo su concentración y poder hoy determinan discusiones que deben ser mucho más profundas y complejas, como qué significa la sostenibilidad ambiental en la digitalización. Obviamente, esta abstracción del gran capital es un movimiento conveniente al menos geopolíticamente. Pero ¿pueden ser hoy las grandes tecnológicas -que concentran el poder económico del capitalismo neoliberal contemporáneo y que tienen como objetivo la acumulación para el crecimiento económico infinito en un planeta finito- sustentables ambientalmente? ¿Puede ser si quiera deseable el uso de energías verdes por las big tech si, como Microsoft, se abre un centro de datos globalmente cada tres días? ¿Donde podemos tener esa discusión en las políticas globales de la digitalización?
Es verdad que nadie se extraña de las limitaciones que tiene las Naciones Unidas en el contexto geopolítico para discursos más críticos y tampoco se trata de atacarla vacíamente como lo hacen las fuerzas conservadoras y fascistas. Pero cuando se habla de un borrador, que además luego va a entrar en múltiples negociaciones, se esperaría más ambición. En tiempos de múltiples y horrorosas crisis, la historia es de las personas y comunidades que se atreven.