UNCTAD: Digitalización al servicio de un desarrollo inclusivo y sostenible

Keynote de Paz Peña, coordinadora del Instituto Latinoamericano de Terraformación, para inaugurar la octava sesión del Grupo Intergubernamental de Expertos en Comercio Electrónico y Economía Digital que, del 12 al 14 de mayo 2025, se enfoca en «Hacer que la digitalización funcione para un desarrollo inclusivo y sostenible».

Estimados asistentes a la 8va sesión del Grupo Intergubernamental de Expertos en Comercio Electrónico y Economía Digital:

Hoy se da inicio a una de las tareas más importantes que, me atrevo a decir, se enfrenta este grupo: trabajar colectiva y decididamente para que las políticas públicas sobre la economía digital estén al servicio de un desarrollo no solo inclusivo, sino también sostenible.

Y es que seamos claros: el desarrollo digital no será inclusivo, a menos que la sostenibilidad, desde el punto de vista ambiental, esté en el corazón de su desarrollo.

Pero ¿qué es ser sostenible en el mundo digital? La sostenibilidad es un significante amplio.

Y lo que hoy nos muestra la evidencia es que las interpretaciones son diversas, por lo que chocan y avivan los problemas sociales y políticos de nuestros países.

Está, por ejemplo:

Me atrevo a decir que el reto estos días es salir de Ginebra pensando en marcos donde la sostenibilidad digital sea ese espacio concreto y compartido entre las múltiples partes interesadas, donde el desarrollo humano y los límites planetarios no sea considerado un juego de suma cero.

Esto se logra a través, primero, del despliegue de reglas claras a los actores tecnológicos que más dañan socio-ambientalmente y, segundo, con la construcción de ecologías tecnodiversas que permitan una economía digital más saludable, ecológica y climáticamente.

Volveré a estos puntos pronto.

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Hace un año, la UNCTAD publicó un informe oportuno, fundamental pero también difícil de asimilar porque, con evidencia, nos enfrenta a los espacios menos luminosos de la promesa de la digitalización, donde se examinan cómo los impactos ecológicos de la actual economía digital no solo son crecientes, sino que también afectan más a los países en vías de desarrollo.

Se trata de su informe anual sobre economía digital llamado “Forjar un futuro digital ambientalmente sostenible e inclusivo” y que fue el precedente para que hoy nos reunamos.

El informe analiza los principales impactos ambientales a lo largo del ciclo de vida de la digitalización y concluye, entre otras cosas, que la distribución tanto de los beneficios como de los costos de la digitalización no es equitativa. Cito al informe:

“Los países desarrollados y algunos países en desarrollo digitalmente avanzados captan la mayor parte del valor agregado de la economía digital, mientras que muchos de los costos penalizan más duramente a los demás países en desarrollo. Los países con distintos niveles de desarrollo se ven afectados de forma desigual por los impactos ambientales relacionados con las distintas etapas del ciclo de vida de la digitalización”.

El informe, además, señala varios retos políticos de los cuales selecciono dos en los que me quiero concentrar:

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Si yo pudiera reinterpretar estos retos a la luz de una reflexión que escribí en el 2023 en mi libro “Tecnologías para un plantea en llamas”, diría que ésta, la 8va sesión del Grupo Intergubernamental de Expertos en Comercio Electrónico y Economía Digital es una oportunidad concreta de ser valientes para imaginar y trabajar por nuevos futuros digitales sostenibles e inclusivos a través de dos retos concatenados y urgentes.

En la tecnodiversidad está nuestra clave de supervivencia económica digital, climática y ecológica. No solo para los países en vías de desarrollo, sino también de todo el planeta.

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Permítanme ahondar en estos retos interconectados con un ejemplo: el de la Inteligencia Artificial que irrumpe con fuerza en nuestra idea de economía digital.

Como el informe de la UNCTAD indica, además de la profusa investigación científica actual, la Inteligencia Artificial -que es dominada por un puñado de importantes y poderosas empresas tecnológicas- plantea retos socioambientales urgentes, entre ellos, su uso energético y de agua fresca, su consiguiente huella de carbono, como también el traspaso de los costos de nueva infraestructura energética a las y los ciudadanos, el boom minero mundial que reactiva prácticas como la minería ilegal, y la generación ingente de basura electrónica.

La Inteligencia Artificial es un claro ejemplo de un mantra que deberíamos repetir: “no toda la tecnología hace el mismo daño socioambiental, y no todas las empresas tecnológicas tienen la misma responsabilidad”.

Las lógicas de la datificación detrás de la Inteligencia Artificial dominada por las grandes corporaciones tecnológicas simplemente no son sostenibles. Su apetito por generar y procesar más y más datos y su obsesión por la instantaneidad, además de su creciente uso para aumentar los patrones de consumo, hace que sus impactos socioambientales directos e indirectos pongan en juego los limites planetarios.

Si seguimos apostando ciegamente para que toda la economía digital de nuestras sociedades esté dominada por la Inteligencia Artificial, tendremos como resultado asegurado, por un lado, un crecimiento exponencial del daño climático y ecológico, pero también de los conflictos socioambientales a lo largo de toda la cadena de producción de la Inteligencia Artificial.

Y, por otro, debido a la naturaleza exclusiva de esta carrera de la Inteligencia Artificial donde muy pocos países están en condiciones de competir, concentramos el poder de decidir qué es una digitalización sostenible de acuerdo con los únicos intereses de las grandes tecnológicas. En otras palabras, tendremos una sostenibilidad falsa y que no responde a las necesidades del mundo en vías de desarrollo.

De nuevo: no toda la tecnología hace el mismo daño socioambiental, y no todas las empresas tecnológicas tienen la misma responsabilidad.

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Necesitamos concentrar nuestros esfuerzos en hacer más sostenible las tecnologías y empresas que más impactos socioambientales tienen y, al mismo tiempo, con fuerza, construir una ecología digital tecno diversa que incentive una economía digital sostenible. ¿Cómo avanzar en estos objetivos de forma más concreta? A lo menos avanzando en cuatro frentes:

  1. Cooperación y coordinación: en un mundo crecientemente fragmentado y polarizado, necesitamos la cooperación y coordinación de los países en vías de desarrollo para, en conjunto con los países más industrializados, trabajar en estándares socioambientales claros que se concentren urgentemente en las tecnologías y en los actores más perniciosos para la ecología y el clima. Por lo demás, no podemos seguir permitiendo el desplazamiento de los costos socioambientales a los países con pueblos con menor poder de negociación.

  2. Transparencia y acceso a la información: Necesitamos no solo conocer los datos de la industria sobre sostenibilidad a través de metodologías transparentes, sino además una verificación independiente de esa información, como también asegurar el acceso equitativo a las comunidades afectadas socioambientalmente sobre esa información técnica. Aquello, de nuevo, concentrándose especialmente en los actores y tipos de tecnologías que más generan daños y que, como sobran los ejemplos en el mundo entero, han sido reacios a compartir datos fidedignos.

  3. Participación: Las naciones en vías de desarrollo debemos acordar qué es una economía digital sostenible con la participación de las comunidades que más sufren los impactos socioambientales. Debemos trabajar en parámetros que realmente reflejen los problemas de nuestras poblaciones y territorios, y no solo conformarnos con la sostenibilidad interpretada según las necesidades de Europa o Estados Unidos. La participación, además, es fundamental para que los gobiernos nacionales y locales puedan exigir medidas de mitigación, compensación y reparación que respondan a los daños afligidos a las comunidades y territorios, y no solo a estrategias vacías de lavado verde.

  4. Reponer la biodiversidad en la ecología digital antes que se extingan nuestras posibilidades: Nuestras políticas públicas deben comprender que, en la diversidad y en los sistemas digitales que respondan a las necesidades territoriales y comunitarias, está el futuro de una economía digital sana, sustentable e inclusiva.

Al respecto, el dinero público de las economías en desarrollo debería al menos apuntar, por un lado, a repensar su inversión en servicios provistos por los más importantes actores tecnológicos y sus lógicas de “más grande, más rápido, mejor”. Seguir alimentando estos desequilibrios en la tecnodiversidad puede ser devastador. Y por otro lado, el dinero público de nuestros gobiernos debe rediseñar sus políticas tecnológicas locales, con una inversión pública que busque la verdadera innovación y no copiar las lógicas de Silicon Valley y de los fondos de riesgo tecnológico. Muy por el contrario, debe enfocarse en la descentralización a través de la diversidad de nuevas formas de pensar qué es lo digital, sin caer en las lógicas pocos sostenibles que hoy dominan en los desarrollos tecnológicos.

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Para finalizar, afirmo algo obvio incluso a los ojos del observador más distraído: estamos en tiempos de múltiples crisis planetarias, tanto a nivel económico, político, social y ambiental. Para muchos estas crisis llevan a la incertidumbre como símbolo de miedo, ansiedad y paralización. Pero no para los países en vías de desarrollo: la incertidumbre es parte de nuestra vida diaria, de nuestra economía, de nuestra vida política y social. De alguna forma, siempre vivimos en una crisis que se capea inventando herramientas del propio contexto y arrojándose diariamente a lo desconocido.

Quiero traer a esta reunión esa capacidad creativa de nuestros países para alejarnos del miedo, la ansiedad y la paralización de las múltiples crisis. No necesitamos cohetes privados que vayan a destruir Marte, porque justamente no queremos -ni debemos- renunciar a la vida del planeta Tierra. Hoy el papel de nuestros países es fundamental para acudir a la imaginación política y lograr que la digitalización esté al servicio de las personas y de los limites planetarios.

No desaprovechemos esta oportunidad.

Gracias.

#Spanish

Foto por Sebastián Lehuedé