¡Viva la jungla!

[In English]. Intervención de 5 minutos de Paz Peña al inicio del taller “Cartografías tecnológicas: luchando contra el colonialismo digital y buscando la justicia social ambiental”, organizado por Coding Rights en el marco de RightsCon en Costa Rica.

El mapa desarrollado por Coding Rights muestra claramente la base material de las tecnologías digitales y cómo esta materialidad tiene una dinámica de poder diferenciada entre Norte y Sur, pero también entre Este y Oeste. Además, el mapa hace más visible la cadena global de producción de tecnologías digitales que, como en todo capitalismo, desplaza los efectos socioambientales a las poblaciones más marginadas.

Pero también me gustaría reflexionar sobre algo crucial para cualquier análisis de la digitalización en el siglo XXI: la crisis climática y ecológica que estamos viviendo, pero en su sentido geopolítico.

La hegemonía económica en el siglo XXI se está definiendo en dos frentes estrechamente relacionados: quién domina la generación de energía verde y quién domina la generación de tecnologías digitales de vanguardia. Esta es la gran lucha económica del siglo XXI entre Estados Unidos, China y la Unión Europea.

Y están relacionadas porque, tanto la energía verde como las tecnologías digitales, comparten la necesidad de los mismos minerales, hasta el punto que ambas transiciones han producido un boom minero que ha disparado la demanda de todos los elementos de la tabla periódica, como el litio, el cobre, el cobalto, elementos de tierras raras, etc.

Y cuando hay un boom minero, siempre habrá diversas crisis en materia de derechos humanos y justicia social debido, básicamente, a que no existe la tal “minería sostenible”. La minería tiene enormes costes sobre la biodiversidad, las culturas indígenas y la salud de las personas. Además, su auge empuja a desarrollar nuevos proyectos mineros sin tener en cuenta los costes socioambientales. También fomenta la minería ilegal, que implica atrocidades como el trabajo infantil, el desplazamiento y el exterminio de las poblaciones indígenas.

En este contexto, la Comisión Europea impulsa enfoques como el de las “Transiciones gemelas”, en el que se propone que, en aras de tener una transición energética, es necesario también fomentar una transición digital. Así, para cumplir los objetivos climáticos del Norte Global, todo debe ser digital.

Pero el concepto de “transiciones gemelas” no está respaldado por un consenso científico. Es más, se trata ciertamente de un enfoque geopolítico que ayuda a la Unión Europea no sólo a tener una propuesta “políticamente correcta” para buscar nuevos países proveedores de minerales, sino que también ayuda a los europeos a disputarse nuevos mercados porque -gracias a la idea de que la forma de volverse “verde” es que todo el planeta sea digital- ahora el tecnocapitalismo puede gozar de una salud robusta en medio de la crisis más crítica a la que jamás nos hayamos enfrentado.

Aquí es donde les invito a reflexionar, en medio de la Sexta Extinción, sobre lo que significará para nuestras vidas en el siglo XXI que los poderosos actores del tecnocapitalismo sigan conquistando nuevos mercados y se conviertan ahora en actores críticos en el contexto político de la crisis climática y ecológica.

Para terminar mi intervención, quiero sugerir a Coding Rights que incluya en este mapa una cita que el español Josep Borrell (Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad), dijo el año pasado: “Europa es un jardín”, mientras que “el resto del mundo [...] es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín”.

Y déjeme decirle, querido Josep Borrell, en medio de la crisis climática y ecológica: ¡viva la jungla!

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